Thursday, August 24, 2006

LISANDRO GONZÁLEZ


Lisandro González (1973).
Reside en Rosario, Argentina.
Ha publicado en poesía:
“Esta música abanica cualquier corazón”. Homo Sapiens Ediciones. 1994.
“Leña del árbol erguido”. Ediciones Poesía de Rosario. 2000.
“Hobbies de hotel.” Ediciones en Danza. 2004.

Ha colaborado con poemas y comentarios de libros en revistas y suplementos literarios de Rosario, Santa Fe, Buenos Aires (Argentina) y de Uruguay y Méjico.
Ha sido incluido en los volúmenes colectivos “Café con Letras – Poetas de Rosario” (1997); “Retratos de Poetas” (2000); “Los que siguen” veintiún poetas rosarinos (2002), “Dodecaedro de poetas” selección de doce poetas rosarinos publicada por el Concejo Municipal; en páginas web de poesía, y en el CD “Voces de Poetas” (1999).
Ha coordinado el ciclo de lecturas “La Poesía en los bares” desde el año 2000 al 2003.
Actualmente es colaborador del suplemento de cultura (Señales) del Diario La Capital de Rosario.
Integra el proyecto de escritura colectiva "EL ARO EN LA LENGUA" junto a Fabricio Simeoni, Roberto Lobos, Fernando Marquinez, Patricio Valverde, Germán Roffler, Federico Tinivella y Ricardo Guiamet.

Selección de poemas de Intervalo lúcido (inédito)

EL OSCURECERSE DE DOS SOMBRAS

bajo la sombra dichosa
que los cuerpos cosechan en la noche
salen a tolerar
la luz de la mañana de olivos

el olor de las panaderías
decora la levedad de la gente
de las horas primeras

se han besado
y de esas bocas se aferran
para soportar
la melancolía futura,
mezclada en las nubes
de las próximas lluvias




LAS CHISPAS EN LA NOCHE

te descalzabas
en silencio
después de haber calzado cosas
de mi vida en tus costillas

y las cosas
se despegan solas
o las arrancás porque hay cosas
de mi vida en otra parte

¿estos papeles sueltos
se irán recopilando en algún libro de carne?
¿cualquiera de esos pájaros
picoteará los montones desvencijados?

te descalzaste entonces
y tu triste talón vulnerable
pudo alejarte
descalza, prudente



LA SOMBRA DE UNA SOMBRA

la casa parecía ansiosa:
nos esperaba a los dos
y no a este ramillete
de huesos
por el que vengo dándome a conocer

han pasado varias semanas
desde que tus ojos
cerraron la casa nuestra
y la dulzura del sueño cotidiano
para dar paso a la vida
espalda
contra
espalda
y
distancia, olvido,
dolor, etc.

hoy he venido a esparcir
algo de ese dolor en esta luz ingenua
que habíamos dejado prendida

en el suelo
montones de papeles
que juntos hubiéramos intentado llevar al día

ramas muertas de árboles vecinos
sobre el techo,

el polvo del desconcierto y la ausencia

-en ese rincón
la biblioteca con la piel
reseca de mis libros-

los fantasmas de la casa
se chocan con los que vengo cobijando
y juntos, ellos, yo, todos lloramos
la carne muerta del amor

la casa no entiende:
¿quién es este hombre abatido
en la desmesura de lo roto?

afuera, el mismo sol
de los cementerios,
lo cubre todo y se regodea

en una casa
con un hombre solo



LA SOMBRA DEL RECUERDO

“Y poco a poco fue desenvolviéndose/ la hebra fatal...” (L. Lugones)

encuentra
en un libro que ella le ha prestado
un viejo pasaje de colectivo

imagina los motivos del viaje,
su rostro y sus ojos grises
al regresar,
el momento de llegar
a retiro, y todo eso

la hora de compra y la de partida
dejan un espacio
de una media hora
donde él la piensa
fumando unos de esos cigarrillos
con que gusta languidecer

pero entonces su mente
pone en la pantalla
algún regreso propio de retiro
el colectivo doblando,
el dibujo de mujica,
y la cinta de la melancolía
desenrollándose



EL ENSOMBRECERSE DE DOS OSCURIDADES

él intenta besarla
en los espacios vacíos de la noche
para aferrar lo más posible ese cuerpo
que la vida está malvendiendo al
pasado

cree él que su amor frugal pesa más
pero no puede saber
de sus ojos más que la parte
verde y blanca que lo mira piadoso

y poco o nada sobre la parte blanca y sangre
donde ella cosecha el silencio

mientras tanto,
los peces del mundo
mordisquean la luna mutilada en el agua
y siguen su camino



EL AROMA DE LAS SOMBRAS I


se acerca un buitre
al deleite de esta carne mustia

y la fragilidad del sol
de esa mañana cualquiera

se mezcla apenas
con las frugales memorias

a punto de ser
carcomidas por el mundo



EL AROMA DE LAS SOMBRAS II



se saludan

ella deja el ascensor
él entra al ascensor

donde ella acaba de esparcir

un perfume suave

que lo rasguña
durante toda la nostalgia



EL RECUERDO


en la tristeza de sus ojos
nublados por la vida

trepa

-no recuerdo
bien
cómo-

el
recuerdo



QUE SE TRANSFORMA

en la melancolía
con la bolsa llena

y la dulce jalea
en días de lluvia

un pájaro ciego
en los días de sol

alguna brisa
un paraguas
y un par de lentes oscuros

así,
pedazo tras pedazo
se arma
el olvido su equipaje



EN OLVIDO

entre las cenizas
cartílagos,
medias
algunas viejas miradas

mientras las olas rojas

barren las cenizas
y alejan los barcos



EL REFLEJO DE DOS SOMBRAS

ya es la hora
en que dan vuelta las sillas
y sacuden los manteles

hemos pagado,
hemos dejado la propina
y saludado al cheff

afuera
el viento del océano
y el frío del verano
divide los caminos
y se avecinan
las lluvias próximas



EPÍLOGO DE LUCES

el corazón rasgado en la mano

la métrica del desamor

y la dulce melodía
de los fracasos

con botellas rotas
y flores secas

en cambio ella
elige una hoja seca
y es la belleza
que elige el otoño
y mi vida


(De “Cromático sombrío”)

Selección de poemas de Hobbies de Hotel (2004)

1.0

era clásica
la postura de los amantes

desde el piso alto
frente a la avenida
sólo tiritaban
las puntas de sus pies

y el viento estremecía
la blanda escarcha
en sus orejas



2.1

él se levantó

a tomar agua

un insecto verde y rojo
se posó en su vientre
algo oscuro

le llevaba un mensaje de amor
que lerdamente
él hizo crujir
en sus manos


2.4

mañana ellos vuelven
a la trinchera

donde el mundo se
vuelca en un pañuelo

mientras tanto
se asoman a la terraza

a ver
las cintas de tristeza
que elige el cielo


3.0

los plátanos están crujientes

el otoño ya se ha dolosamente
demorado

ella se lava las pupilas
y recuerda la niña de la foto

vuelve a la cama
y se pone
nuevamente
la escafandra



3.9

un globo de silencio
se eleva hasta enfriarlo
todo

salen

en el cine
se acuerdan del cine

y se olvidan de la mano
que descuidadamente
están tomando



4.2


ven la belleza del campo
de la ciudad
y la del alma
así
sucesivamente
cambiando de canales


4.25

después de todo
no es tan mala
esta compañía

tal vez no sería entonces
tan plácida
la estación

toman vino en sus tazas
y se zambullen de cabeza

hacia la profundidad del día


(De “Un amor de película”)



“and the only sign of life is the ticking of the pen”
Marillion, Hobbies de Hotel


I

el dardo
da al centro de la noche
bola blanca sobre bola negra
un papel se quema
y el cigarrillo es la metáfora

hay partes de la ciudad
donde el agua del tiempo
pesa diferente


II

era la flor que tomaste
con delicados dedos
de este infierno

un olor previsible, tal vez
demasiadas veces
mal vendido

pero no importó,
suficiente el amor
que acaricia tus pies descalzos
y se deshace en venidera primavera


III

ojos de piedad,
piedras resplandecientes
para el peregrino
que aún no puede salir
del hotel


IV

las estrellas de carne
se cuelan por las rejillas
del cielo

nada sencillo
discutir sobre el sexo de la noche
cuando los animales hambrientos
rodean el hotel

(De “Hobbies de hotel”)



I

la vida es pintar
los cardos y mostrarlos
a los transeúntes, ilusionarlos
con nuestros lentes
de caracoles extasiados
y teñir la crueldad del día


II

la vida es tu vientre donde
un atardecer se esconde
con furia
y se vuelve transparente
en bellas noches nupciales


III

la vida en tu boca
es montaña
de un árbol desnudo


IV

la vida es el coraje
de la ropa antigua
ardiendo sobre la felicidad
de la piel para hacer
humo en el lugar
de los ausentes


(De “Con la última sombra”)

Selección de poemas de Leña del árbol erguido (2000)

VECINDADES

El viento
dialoga
con tus manos atadas,
olfato trunco
y tu vida
aun indecisa.

De noche,
atracás
en puertos estelares.


HOMICIDIOS

La luna
apuñala
los astros
y te hacés cómplice.

Callás los lamentos
con tu arpa.


ÍCARO

Estrangulás el balcón
con sus propios
b a r r o t e s
pero esperás
para volar
los días nublados.


NEBLINA

Aprendiz de estrellas
te embriagás
con el alcohol espumoso
abundante en las mañanas frías
hasta que el bisturí del sol
quiebra tu copa.


MUDANZAS

hasta luego
camino extraño
linterna herida
en la pupila
diente roto
contra la miel añeja
hasta luego
puente nocturno
mano serena
agitándote
aferrando
la penumbra
hasta luego
memoria hundiendo
las uñas
pájaro aun más veloz
que palabra
o despedida.

(De “Vida de un balcón)



ÉXODOS (I)

Los lastima
aquel sol.

Acuden a sus maestros,

a que les froten
el vino.

Pero las brujas

pueblan la noche con pimientas
y los ojos de los mercaderes
entonces arden.


ÉXODOS (II)

Duendes borrachos, gnomos
devoran los almacenes.
Maldicen las ratas

y atan el flautista
con las cintas violetas
del atardecer.


ÉXODOS (III)

Los mercaderes
deberán beber del lago

y comer hierbas, legumbres.

Pero tal vez
abandonen la venganza

y encuentren la placidez
en las acacias
y los acordes del tren.


(De “Leña del árbol erguido”)



CANCIÓN SEDOSA

Las estrellas nunca muestran su soledad
de años luz
y hoy es una de esas noches,
suficiente para la compasión.

La apariencia vuelve las cosas tangibles.


DEGRADACIÓN

La luna se arqueaba
cuando le tocábamos la punta.

Su movimiento
era éxtasis, locura.

Pero un día
no dejó que la volviéramos a tocar.

Ahora la luna,
estrellas
son simples elementos decorativos.


FORMAS Y FORMAS

¿Las mujeres rubias
agonizan?

Hay horas
en que agitan
y observan
sus leves manos.

Parecieran temer
al crepúsculo
como si las quisiera
beber
en un último
y desesperado intento.


POETI-K

El poeta
presencia el mar
“Acabo de encender
el arte
pero el agua del mar
se cansa de mis versos
y quiere una garganta
-además,
cada mar
tiene su ritmo
y no soy
tan brillante.-”

El poeta
y el mar
se despiden
y vuelven
a cotidianos asuntos.


(De “Donde huir de Babilonia”)

Comentario de Hobbies de Hotel por Lobos, Guiamet y Marquinez

"HOBBIES DE HOTEL"
de Lisandro González / Ediciones En danza - 2004

Hobbies de Hotel es la confirmación de una serie de cosas que, a partir de la literatura, pueden descubrirse, aún en los pequeñas señales que la creación muestra y que merecen conocerse no sólo para comprender en su justa dimensión el universo del autor sino para compartirlo desde los textos que él mismo nos entrega.
Es dable aceptar la sencillez de las incidencias de la poesía de Lisandro González sobre “lo real” en tanto y en cuanto corta - y fragmenta - espacios cotidianos para desgajar así fotos sueltas del álbum de cada día otorgándoles una mirada renovada que vislumbra y especula joyas en cada trozo. Esa simpleza se sostiene en tópicos y permanencias que orientan, indican y distinguen una visión “gonzalezca” acerca de la percepción.
El hotel representa el estado ideal del ocio creativo, acaso el viaje que invita a la imaginería. Así, la noche se ve distinta desde el hotel, la luna cambia de ropaje, el amor lleva otro perfume y cada lugar se vive con la certeza de su inexorable desvanecimiento. Solamente quedará la imagen encriptada como una fotografía lista para reactivar el recuerdo y evocar la sustancia desaparecida.
El libro está dividido en capítulos que intercalan distintos matices. En ellos hay lugar para muchos lugares, algunos conocidos por todos, otros explorados por el particular criterio del escritor y otros expuestos casi como una ofrenda para que el lector concluya por sí mismo el disparador encendido desde la soledad de la mesa de trabajo del poeta.
Ninguna de las separaciones mencionadas precedentemente están aisladas del todo que conforma la obra. A través de ellas, y con total intencionalidad claro, nos va introduciendo en un camino a veces amplio, a veces cerrado - siempre ascético - que marca claramente cuál es su postura frente a los temas elegidos como medulares en el contenido general del poemario.
Nada es casualidad en Hobbies de Hotel: desde la tapa misma se advierten los mensajes. Allí se recrea y se interrumpe el motivo infinito de las cajas chinas y aparece en su lugar una hoja en blanco como si las cartas estuvieran definitivamente echadas. Nos dice González en “Diversos tiempos” que “en los armarios yace lo apacible / la cintura de una palabra / ese olor, que no se sabía poesía”.
Debemos señalar, antes de continuar con el análisis del libro, un detalle que no puede considerarse menor y que recrea una curiosa parábola en cuanto al singular estilo de escritura de Lisandro González. Abogado de profesión, no escapará a nadie que su labor como tal se halla inmersa en un ámbito dominado por un enorme espectro de palabras y donde, a partir de ellas, se construye la arquitectura propia de su actividad como jurista.
Sin embargo, y esto ya se venía perfilando en su anterior Leña del árbol erguido, a través de una envidiable economía de esas mismas palabras, logra representar imágenes con absoluta precisión sin necesidad de adornarlas con términos que sólo hubieran contribuido a forzar la propuesta. Esa economía de palabras no actúa en desmedro de los poemas sino que funciona como un catalizador de la energía que existe entre los vocablos y su fina exactitud.
Al decir de Voltaire “Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento”. Nada de eso sucede aquí: a partir de una cuidadosa y esmerada elección de los términos se descubren paisajes que van desde la exquisitez para referirse a las lunas “arrojan vapores / perfuman / y adormecen al planeta / ya crepitante” hasta versos decididamente inquietantes como “habitantes de todos los siglos / dejan sus ojos delicados en tazas azules”.
Tampoco puede ocultarse la influencia que sobre el poeta han tenido elementos disímiles como la música, la urbanidad entendida modo de vida en las grandes ciudades, la cinematografía y la explosión y grados de impacto de los diferentes medios de comunicación. Sin apelar a barroquismos superfluos, el autor rinde homenaje a toda una cultura musical y a la estética derivada de ella no sólo en sus versos sino desde el título mismo del libro que es una canción de la banda británica Marillion.
La traducción libre que del tema Hobbies de Hotel realizara Fernando Marquínez nos dice “ La única señal de vida es el tic tac de la pluma / introduciendo caracteres a las memorias como un viejo amigo / frenético como cardiógrafo garabateando las líneas “, lo cual constituye toda una definición.
A pesar de su coqueteo con la cultura rock, González no se desvía de cierto clasicismo temático, evidentemente no es el rock contestatario el que aparece como referente de sus textos sino el lírico y el poético (la palabra “Almendra” nos remite ineludiblemente a Luis A. Spinetta) y así lo consigna desde los primeros versos del libro con “era clásica la postura de los amantes” aunque en lo formal se observe una apuesta libertaria por el no uso de mayúsculas (salvo en los títulos) ni de signos de puntuación.
Mientras va desgranando guiños a la cultura del zapping (“ven la belleza del campo en la ciudad y del alma, así sucesivamente cambiando de canales”) también hay un lugar donde nos va contando las aventuras de un héroe animado en la serie “tres baladas para un chico migraña” o en la sentida manifestación a la memoria de Fabián Polosecki en la parte dedicada a los personajes. Es importante detenerse en este punto y observar cómo, a pesar del paso del tiempo, ciertas trayectorias, conductas y procederes no se oxidan. Rescatarlos, como propone Lisandro González desde sus páginas, es casi una declaración de principios y, por valiosa, nunca debería caer en el olvido. Ese mirar donde otros no ven (o no quieren ver) se plasma admirablemente en “todos huyen / salvo un visitante / mira el otro lado del tren / y cuenta lo que ve”.
Párrafo aparte merece el segmento dedicado a la política: quizás como muchos, el poeta aparece extremadamente escéptico. Apenas tres palabras para definir un punto de vista y demostrar que el tema no le es en absoluto indiferente sino que tiene sobre él una mirada tan dura como lúcida acerca del pobre ejercicio del poder. Solamente le fueron necesarias tres palabras y una de ellas fue “abdicar” o, lo que es igual, entregar, renunciar. Y eso no es poco como intento de reflejar un estado de las cosas. Por el contrario, posiblemente sea demasiado.
Para terminar de cerrar las apelaciones no puede obviarse la referida al cine. Desde la primera poesía (Un amor de película) Lisandro desgrana un punto de vista cinematográfico sobre lo erótico. Esta mirada abarcativa, este punto de vista fílmico que contiene a la totalidad del amor y lo pannea, nunca deja de montarse y editarse en detalles contundentes y devastadores de la elemental esencia amorosa: “un insecto verde y rojo / se posó en su vientre / algo oscuro / le llevaba un mensaje de amor / que lerdamente / él hizo crujir / en sus manos // Toman vino en sus tazas / y se zambullen de cabeza / hacia la profundidad del día.
Esta poética nos remonta – épicamente – a una tradición visual y plástica que toma los emblemas de la nouvelle vague y oscila en un contrapunto entre los pequeños detalles y los desmesurados horizontes del vínculo; a que una mirada, o una conmoción, ajenice la unión, la describa como impropia y la subjetivice en una escena de la que los protagonistas son absolutamente ignorantes.
En ese zoom que distingue en la vastedad de paisaje los atributos nimios del amor se logra lo más difícil: conjugar en el discurso poético los significantes y los encantos del lenguaje cinematográfico. Al decir de Lenne, se traduce a versos el elemento fantástico del cine.
Claro exponente de la nueva generación de poetas rosarinos, González levanta el velo obsceno de lo cotidiano y nos permite ver el verdadero rostro de los hombres. Probablemente por eso ha decidido articular la obra de modo que su lectura suponga escalar los peldaños de una imaginaria escalera elevándonos desde lo explícitamente terrenal expresado en “Un amor de película” y donde así lo expresan los versos “ en el cine se acuerdan del cine / de la mano que / descuidadamente / se están tomando” hasta desembocar en la serenamente reflexiva “Con la última sombra” y su apasionado “la vida en tu boca / es montaña / de un árbol desnudo”. Aquí nos muestra, con la inequívoca particularidad de sus afirmaciones, en qué vereda se encuentra parado para opinar y hacernos pensar sobre el sentido mismo de la vida y nuestro paso por ella. Esto queda plasmado en los bellos versos de cierre “la vida es el coraje / de la ropa antigua / ardiendo sobre la felicidad / de la piel para hacer / humo en el lugar / de los ausentes”..
Quizás sea un pálpito, un presagio. Quizás sea esa premonición, y no otra, la puerta que Lisandro González ha dejado abierta para su próxima obra. Quién sabe…

Roberto Lobos – Fernando Marquínez – Ricardo Guiamet
DICIEMBRE 2004

Selección de poemas de Esta música abanica cualquier corazón (1994)

DE REFILÓN

En el velorio de la tarde
cae una rodaja, se corta un péndulo.
Alguien
en el último espejo
escribe. Tersos baldíos.
Todo sucede
en el pequeño tamaño de las horas.
Hasta brotan cigarrillos
en rosas de cobre.
Umbrales alambran
otras memorias.
Y un tango. Colgado
de una pieza con aliento a polvo.
Y el cielo, que deja de lado
algunas nubes.




SEDUCCIÓN


Rosario abre su escote:
lo recibe una cantera
donde los parroquianos
pulen diamantes
en las cervezas.

Esta ciudad no es fácil:
las memorias
aparecen
en los pocillos mal lavados,
en los cabellos de un río.



THE NIGHT KILLS THE CAT

Rosario enciende
con elegancia
sus alcantarillas.

Las paredes destilan
esa somnolencia pesada
que grita
“no hay lugar en el aire”.

Y la noche, maldita noche
no puede contener
al sol –termómetro
de soledades-
en su ascenso promiscuo.

Aún molestan
los amaneceres
y ciertas madres ajenas.

Otras no.



ROSARIO, UNA TARDE

Los decibeles de la tormenta
hacen alarde
con su lírica
maquinaria.
¿O NO SER?

Caen los árboles
sobre el cielo
y la tierra, mojada
de un azul profundo, oscuro.

El mundo se vuelca
en un pájaro.



DIFÍCIL DETENER EL DÍA

Atardecía.
Como otras veces,
como demasiadas veces.
Nada parecía poder detener
este sol.
Ya sólo resta
un ciego sonido de lumbres.
La boca del cielo
se cierra
y solo, un rastrojo de las sombras.
El encrespado batido de luces
se pierde
en un atardecer violeta.
Esta música
abanica
cualquier corazón.