Tuesday, July 14, 2009

PUBLICADO EN PLEBELLA DICIEMBRE 2008

A continuación va lo publicado en la columna "Sembradores de fósforos" coordinada por Emiliano Bustos; publicado en Plebella Nº 15 de diciembre 2008/ marzo 2009.-

NÍSPEROS
un árbol de nísperos
plantó un vecino
en la tierra suave de tu infancia
para que diera sombra
a las noches del mundo
para que me diera sombra

A la hora de hablar de la escritura de un libro de poemas siempre vuelve a mi cabeza lo dicho por un poeta de Rosario respecto a que cada libro debería representar una obra, un algo orgánico, no un conjunto de poemas agrupados azarosamente. Ese consejo de hace ya bastantes años trata de venir a compensar con la dispersión de algunos poemas, en mi caso, al momento de la elaboración y de la estructuración del libro.

Por otra parte, la “anécdota” que pueda haber en torno de los poemas no siempre es clara o localizable, pero voy a intentar referirla en algunos –personalmente, las posibles “aclaraciones” de los textos me interesan, pero prefiero antes hacer una primera lectura virgen del poema-.

Repasando rápidamente las secciones de mi último libro publicado,”Intervalo lúcido”, hay primero una serie de poemas –“Cromático sombrío”- donde de algún modo el elemento aglutinante es el amor o las relaciones –quizá el fin de las relaciones más precisamente-, y en la cual se juega un poco con la idea de las sombras y la oscuridad. En “La sombra de una sombra” el disparador concreto fue ofrecerme a ir a buscar los impuestos a la casa de un amigo a la que se iba a ir a vivir con su pareja, quien lo dejó antes de mudarse, y a la cual no había vuelto desde entonces. Entonces se me ocurrió antes de ir, pensar lo que podría experimentar él si fuera quien volviese a esa casa “abandonada”.

Después viene “Intervalo lúcido”, la serie que da título al libro y que –tomando esa categoría del Derecho- intenta cierta referencia al hecho de la creación poética –y también lo “lúcido” y lo “lúdico”-. La idea de titular varios poemas del mismo modo –intervalo lúcido justamente- la tomé de Eduardo D`Anna, de su libro “La montañita”.

Hay luego un par de poemas (“Papeles personales” la sección) sobre mis padres. El primero, “El juez de la pureza”, es sobre la carencia de agua que vivía mi padre en su niñez en Tostado (norte de Santa Fe) y su vida posterior en Rosario –la abundancia de agua del Paraná-. “Nísperos” es sobre un árbol de nísperos que un vecino le regaló a mis abuelos cuando mi madre era una nena, para que lo plantaran y crecieran juntos, y donde en el final del poema me cruzo yo. En este punto, desde lo subjetivo personal que alimenta lo poético, es significativo cómo la substancia del libro posterior inmediato –inédito- cambia por el nacimiento de mi primera hija, lo que implica poner en juego un esfuerzo grande para que lo maravilloso no pierda la batalla contra lo trillado del tema.

La serie que continúa (“Mantel al viento”) corresponde a una serie de poemas donde está de algún modo presente lo culinario, y que ya habían aparecido en la antología temática “Pulpa”, para la cual no fueron escritos si no que estaban de antes. Más que ser lo culinario el tema, diría que en cada uno hay alguna referencia a dicho elemento, dentro de un contexto más difuso.

El libro termina con un bestiario, cuyo último poema -“Ocho (Parado en el muelle)”- en una lectura posterior me remite como inspiración a un poema de largo título de Fernando Marquínez, donde no es la muerte del pez si no la del pescador con la que juega. La intención de tratar de introducir en la idea de la muerte alguna esperanza no creo que haya sido algo deliberado si no que se me ha revelado después, como en definitiva sucede muchas veces en este proceso de elaboración del poema, sobre el cual se puede en definitiva escribir muchísimo y mantener igualmente tanto de inexplicable.

Lisandro González

ALGO NUEVO - COMENTARIO DE LO ALBERGADO

Desde la gentil creación de este blog por parte de mi amigo Fernando Marquínez, nunca fue actualizado; antes que la caducidad y las telarañas lo consuman, un comentario de Lo Albergado, libro de María Paula Alzugaray, saludos.-

LO ALBERGADO. María Paula Alzugaray. 2008.

La publicación de un primer libro muchas veces supone una experiencia que mezcla cierta inocencia con algo de intrepidez, y que implícitamente conserva cierto margen de error que el tiempo y los futuros libros, donde las voces pueden irse consolidando, terminan disculpando.

Nada más lejano de ese contexto en la aparición de “Lo albergado”, primer libro “publicado” –aguardan otros libros anteriores inéditos- de María Paula Alzugaray. Aquí ya tenemos a una poeta hecha, dotada de una madurez y una voz que dan cabida a una poesía delicada y a la vez rigurosa. Por otra parte, ya se venía dando a conocer su obra a través de la aparición fundamentalmente en diferentes antologías, pero donde igualmente la concreción en libro individual ya se reclamaba desde largo tiempo.

Es dable reconocer que la espera ha valido la pena, y tan es así que para hacerlo ha elegido la autora un libro “objeto”, con una edición casi artesanal, la cual confluye perfectamente con la calidad poética del mismo.

Sobre los poemas subyace la mirada hacia el paisaje de la infancia, desde donde se va construyendo un trayecto que ilumina esos recovecos donde resuena la voz del pasado, a la vez que se crea belleza. También la poeta deposita esa mirada sobre el cuerpo y los afectos.

Precisamente en el poema “Lo albergado” Alzugaray señala que “…Ignoraba/ que en el corazón del hogar casi aséptico/ también había vida/ objetos yermos que me preservaban”, siguiendo así a Bachelard cuando dice que “las imágenes de la casa marchan en dos sentidos: están en nosotros tanto como nosotros estamos en ellas.”

Ya Beatriz Vignoli marcó acertadamente al comentar este libro las influencias de la autora, tales como una sutil presencia del modernismo –que podríamos enmarcar de modo más general en cierto gesto “clásico”-, que le permita decir a la poeta “¿Qué luz viene de ti/ que me enceguece?”-, o los caminos ya iniciados por Beatriz Vallejos y Concepción Bertone. También se ha ocupado de señalar que su olfato poético no husmea precisamente en la no del todo bien llamada “poesía de los noventa”. Y podemos agregar que, respecto a ese pasaje del lugar de la infancia, Coronda, a la ciudad de residencia, Rosario en el caso de Alzugaray, encontramos un valioso antecedente en la poesía de otro corondino que ahora vive en Buenos Aires, como César Bisso.

Lo cierto es que en la construcción del libro se reconoce un trabajo intenso del poema, el cual, a pesar de la tradición modernista que la propia actora reconoce, se construye mayormente a través de la concisión. Y en la contemplación que predomina en la obra siempre están los ojos de la poeta, deteniéndose sobre las cosas o sobre el pasado, pero nunca a pesar de ello abrumando con su yo, si no más bien invitando en un susurro: “¿Cómo decir patio/ sin que se quiebre el barandal del recuerdo?”

Y finalmente, elige para cerrar el libro un verso que confirma lo que logra “Lo albergado” durante todo su desarrollo, es decir, la posibilidad no sólo de la poesía si no del decir en poesía: “… y esto cabe en una frase”.

Lisandro González